La Economía Digital no se trata de computadoras o Internet,
aunque su mismo nombre así lo sugiera. Se trata de la asignación de talento, siendo
el talento un activo intangible existente en todo el mundo, el mayor recurso económico
que tiene la humanidad, y el que más desperdicia.
¿Pueden imaginar cómo se vería la economía mundial si todas
las personas de la Tierra trabajaran en lo que más talento tienen y más les
gusta? He hecho esta pregunta a gente de todo tipo, a economistas, estudiantes,
incluso un Presidente. Jamás he recibido una respuesta distinta del tipo
“claramente, sería muchísimo mejor de lo que es ahora o podría serlo con los
modelos actuales”. El hecho es, entonces, que por el solo hecho de no
descubrir, desarrollar y distribuir los talentos existentes en el mundo,
estamos generando un desperdicio económico, el mayor desperdicio de recursos
jamás existente en la historia, porque ¿cuántos de los 7 mil millones de
habitantes que tiene la Tierra trabajan en lo que más talento tiene y más les
gusta?
Los modelos económicos que hemos sido capaces de desarrollar
hasta hoy son más o menos eficientes cuando se trata de asignar activos tangibles como tierra, capital y
trabajo, pero han fallado una y otra vez cuando se trata de asignar los activos
intangibles como el talento o la
creatividad. El resultado es una inmensa frustración de innumerables personas
que nacen con talentos y nunca tienen la oportunidad ni de desarrollarlos ni de
aplicarlos de acuerdo con sus afinidades. La confluencia de talentos y
afinidades es lo que llama Ken Robinson “el elemento”. Así pues, se podría
hacer la pregunta de otra forma: ¿Cuál sería el PIB del mundo su cada ser
humano estuviera en su elemento?
Mucha gente con la que he conversado sobre esta materia la
considera una utopía. Suena muy bien pero, ¿cómo se hace para que se produzca?
¿Cómo diseñar un sistema social donde cada niña y cada niño, desde pre kínder,
es guiado para descubrir sus talentos y afinidades y dirigirlos hacia su
elemento? Es ahí donde la economía digital juega su rol.
Desarrollando una educación personalizada basada en
plataformas digitales se puede llevar a cabo esa misión, a la vez que se
reducen costos. Para el año 2017 ya habrá herramientas de e-learning que podrán
generar sistemas de aprendizaje personalizado[1].
No va a tener sentido hablar de “primero básico” o “segundo medio”: el alumno
lo hará según su ritmo de aprendizaje. Los
alumnos aprenden, no “les enseñan”.
Los profesores son mentores, no
conferencistas. Cada alumno podrá seguir adelante con una malla curricular
hecha de acuerdo a sus talentos y afinidades – no olvidando las bases, como
castellano y matemáticas – detectadas en conjunto por profesor/mentor y padres
y apoderados. El alumno será calificado por competencias demostradas, según las vaya adquiriendo.
Esto no supone que el alumno jamás pondrá sus pies en un
aula. Supone que el aula está destinada a aplicar lo aprendido, con todos los alumnos
presentes con talentos y afinidades con el ramo. Ello ayuda a su vez a que la
clase sea más entretenida, porque todos comparten afinidades con el
profesor/mentor y a éste le hace más fácil la labor de desarrollar esos
talentos particulares de cada estudiante en esa asignatura. ¿Y qué pasa con los
ramos que no dan y ahora se dan? No los necesitan. Y si los necesitasen en el
futuro, ahí tienen diversas alternativas para aprenderlos, muchas de ellas
totalmente gratis y online.
Introduciendo la acreditación de competencias en Internet,
con mucha antelación las organizaciones de todo el mundo podrán detectar
talentos que encajen con su misión, haciendo del trabajo un servicio fungible
(atraviesa fronteras). Las oportunidades de trabajo serán globales, y los
postulantes, de todo el mundo. De hecho el trabajo en sí será re definido: en
vez de empleo por tiempo, será empleo por tareas. Un número creciente de personas
no necesitará estar empleadas 100% con un empleador, ni en función de un
contrato fijo. Trabajar por horas deja de tener sentido – es otra de tantas herencias
de la Sociedad Industrial. Las tareas llevadas a cabo pueden ser evaluadas una
por una, de la misma manera que los libros de Amazon son evaluados, o los
vendedores en e-Bay son evaluados. Eso ya se hace en los portales de empleo
freelance. Permite generar un “curriculum digital” personalizado, que supera la
actual metodología de selección de personal.
Una economía basada en el talento significaría más
oportunidades para todos, mejores trabajos y mejores ingresos. Supondría un
mayor Producto Interno Bruto para todas las naciones. Supondría una mayor
justicia social y un menor nivel de conflicto social.
Hacer del talento el principal recurso de la economía mejora
también la naturaleza de la relación entre empleador y empleado, puesto que la
generación de valor está en el empleado, empoderándolo. El talento produce más
en un ambiente de trabajo motivador, lo cual hará que los empleadores busquen
dicho ambiente. Google dejará de ser “la empresa aparte” en ese sentido: todos
tendrán que trabajar de esa manera.
Hacer del talento el principal recurso de la humanidad
mejorará también las relaciones entre las naciones. Los juegos de poder y los
conflictos en la historia han sido
provocados por mala información entre las naciones y la codicia por los
recursos tangibles. Puesto que los recursos pasan a ser intangibles y están en todas
partes, y son propiedad de las personas que los llevan dentro (talento), la
humanidad sacará rápidamente las cuentas que trabajar en armonía lleva a un equilibrio donde todos ganan más
que si trabajan por codicia personal (win/win)
Ese es el potencial que trae inherente la economía digital,
ya que todo lo dicho solo puede funcionar a través de plataformas digitales. La
economía digital es para la Sociedad del Conocimiento lo que la fábrica fue
para la Sociedad Industrial. El talento es por naturaleza intangible, y el
lugar donde lo intangible se manifiesta es hoy en día las plataformas
digitales.
Un mundo donde todas las personas trabajen en aquello para
lo que tienen más talento y más les guste ya no es una utopía imposible. Puede ser
difícil llegar allí, pero vale la pena el esfuerzo, por todos los medios. El “botín”
de esta lucha será un mayor bienestar económico y social para todos, algo que
la raza humana se merece. Se nos ha regalado suficientes talentos como raza
como para hacer de este mundo uno donde todos puedan vivir dignamente. Es nuestra
ceguera en poner el acento en los recursos tangibles lo que ha impedido que
hagamos de este un mundo mejor y en armonía. Y la economía digital viene para
quedarse, cambiando por primera vez ese paradigma que nos ha acompañado desde
que la humanidad inventó el fuego.
Alfredo Barriga
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