Sin embargo, he puesto estas ideas a prueba a través de redes sociales y foros de discusión, y creo que debo cambiar la frase.
Aún pienso que el actual sistema económico – ya no le pondré nombre, porque ha levantado mucha controversia y nos aleja del verdadero punto en discusión - ha sido muy bueno en crear riqueza y asignar recursos tangibles, pero no ha sido eficiente en asignar recursos no tangibles, y dentro de ellos, especialmente, el talento. Y los recursos intangibles son más importantes que los recursos tangibles, en la medida que nos vamos incorporando más a la Sociedad del Conocimiento. Los modelos económicos no incorporan sin embargo el talento dentro sus variables, quizá porque es difícil de medir. Consecuentemente, los talentos son el recursos más sub utilizado del mundo, a pesar de ser el que más puede influir en la creación y distribución de riqueza.
La pregunta central sigue siendo la misma: ¿cuál sería el PIB de un país o del mundo, si todas las personas trabajaran en lo que más talento tienen y más les gusta? ¿Cuánto más feliz sería esa sociedad? ¿Cuántos menos conflictos tendría? Por utópica que pueda parecer, es una pregunta totalmente válida. Que no podamos medir el talento hoy no significa que no podamos medirlo nunca.
Aquí es donde lo que he escrito hasta ahora estaba un poco confuso. Trataba de nombrar el tipo de sociedad alrededor de su principal recurso. De igual forma que la Sociedad industrial se basó en la industria (masificación de herramientas industriales, creación de estándares, medición del costo) y la Sociedad capitalista se basó en el rol central del capital y su asignación, tomé el término de Peter Drucker “Sociedad del Conocimiento” considerando que el conocimiento es el principal recurso. Pero he concluido que, aunque el conocimiento es un recurso, no es el recurso más importante en la Sociedad del Conocimiento. Ese honor le corresponde al talento. El conocimiento es mas bien el “stock de talento aplicado a todo tipo de cosas”, estructurado y explicitado para que otros lo usen y creen – con sus talentos – más conocimiento. Eso hace del conocimiento tanto una materia prima como un producto del sistema, y del talento, el recurso más importante para la creación de valor y prosperidad.
El talento, descubierto y desarrollado en las personas durante su ciclo de formación, y puesto a trabajar donde a las personas más les guste, es lo que va a llevar a la Sociedad del Conocimiento y a la economía mundial a un nuevo paradigma de crecimiento y creación de prosperidad inimaginable. Los talentos existentes que no son debidamente desarrollados ni debidamente asignados en puestos de trabajo donde pueden producir más y mejor, son un inmenso recurso despilfarrado por la economía, haciéndola enormemente ineficiente – sin que aparezca como tal. ¿Por qué no lo parece? Porque todos los modelos económicos en uso, y todos los sistemas de medición de resultados de la economía (sea de empresas o países) se basan en la medición de recursos tangibles. El mayor desafío para los economistas y los administradores de empresa es en este momento cómo incorporar a sus modelos los recursos intangibles. Si se focalizan los esfuerzos en esta dirección para generar sistemas que permitan descubrir, desarrollar y asignar eficientemente los talentos existentes en la población, el resultado será un salto hacia un mundo mucho mejor, con más bienestar y mucho mejor distribuido.
No tengo la fórmula para medir cual sería el PIB del mundo o de un país si todos sus habitantes trabajaran en lo que tienen más talento y más les gusta. Pero ahora mismo no la necesitamos, porque el sentido común nos indica que el resultado, de conseguirse, sería “órdenes de magnitud” mejor que el actual, lo cual nos indica que ese es un camino que merece la pena recorrer.
Cuando el capitalismo fue expuesto por primera vez, nadie imaginó donde podría estar ni qué podría significar después de 200 años. Si tomáramos algunos de los economistas de aquéllos tiempos y los trajéramos al presente, no lo podrían creer. Ni en sus sueños más optimistas se hubieran imaginado la creación de valor, prosperidad y adelanto de la civilización que el sistema trajo consigo. Sin embargo, el sistema actual, si bien ha sido consistentemente bueno en crear riqueza, ha sido un fracaso en distribuirla, y ha sido incapaz de terminar con la extrema pobreza en el mundo, a pesar de las políticas redistributivas a través del Estado y de Organismos Internacionales. Los datos están ahí para probarlo. Llevamos decenios con la promesa de que por este camino se resolverán eventualmente los problemas, basados en las mejoras marginales que se van dando con una lentitud frustrante. La cruda realidad es que siguen habiendo cientos de millones de habitantes en el mundo en situación de hambre, lo cual no solo es aberrante desde el punto de vista moral, sino también desde el punto de vista económico: personas que nacieron con talentos, que podrían generar valor, y que no tienen esa posibilidad debido a que el modelo económico valora en cero sus talentos.
La economía basada en recursos intangibles genera puestos de trabajo basados en el conocimiento y en el talento de las personas; permite mejores niveles de ingresos a los que trabajan en ella; está creciendo anualmente a dos dígitos (no tiene crisis económica, sino crisis de crecimiento: no puede atender toda la demanda); está creando más puestos de trabajo de que los que destruye. No está basada en los recursos naturales, pero los usa sustentablemente. Si los puestos de trabajo se basan en los talentos, el foco pasa a ser el desarrollo de los mismos, generando una economía más humanizada. El verdadero capital no está en el dinero sino en el talento, y el talento está en las personas. Las empresas más valoradas en el mercado hoy en día son empresas basadas en el talento, lo cual corrobora esta teoría.
La economía basada en el talento corre sobre plataformas digitales. Internet y las restantes Tecnologías de la Información han hecho posible que esto, que parece utópico, sea posible. De hecho, está sucediendo, como lo corroboran informes realizados por la OCDE, o la consultora Mc. Kinsey. Las tecnologías de la información son el gran facilitador, la gran herramienta de esta nueva era en la humanidad. Hemos pasado desde una economía basada en la tierra a una basada en el capital y ahora estamos entrando en una economía basada en las ideas, que fluyen y se convierten en valor a través de Internet usando Tecnologías de la Información. A estas alturas, negar este hecho es una ceguera irresponsable.
Chile apostó hace más de 30 años a un modelo de economía basada en la apertura al mercado mundial - adelantándose a los tiempos - y en los recursos naturales en los que el país es competitivo a nivel mundial. Ese modelo ha funcionado para crear crecimiento económico, y ha sido apoyado por Gobiernos de uno y otro signo. Pero no ha corregido la distribución del ingreso, ni la corregirá jamás, por la simple razón de que una economía bajo esas premisas no crea trabajos de alto valor agregado. Además, los sectores económicos basados en recursos naturales están crecientemente empleando menos mano de obra por unidad producida, tendencia que se va a mantener. Los trabajos repetitivos se van a automatizar y van a ser realizados por máquinas. Los nuevos trabajos, mejor remunerados, tendrán que ver más con la solución de problemas complejos.
Ni nuestra economía, ni menos nuestro sistema educativo, están preparados para un escenario de este tipo. El resultado va a ser un crecimiento en puestos de trabajo no cualificados y peor remunerados, un estancamiento en puestos de trabajo cualificados (llegará un momento en que los recursos naturales disponibles estén optimizados, y ya no habrá más creación de trabajo de alto valor asociado a la espina dorsal de nuestra economía), un Estado más presionado a ejercer una labor de redistribución de la renta y un aumento de impuestos en consecuencia.
Chile debe apostar de una vez por la nueva economía basada en intangibles. Ya no será pionero mundial como sucedió en la década de los 70, pero al menos entregará un mejor bienestar a sus ciudadanos respecto de la alternativa de seguir estirando el actual sistema económico y social. Esto pasa por un verdadero "Plan Marshall" para la Sociedad del Conocimiento, que supone deshacerse del principal activo tangible que los chilenos tienen, y que de alguna forma nos ata a mantener y continuar con esta visión focalizada en los recursos naturales. Chile debe vender CODELCO y dedicar el 100% de ese importe a generar una nueva economía basada en el conocimiento, concentrando todos los esfuerzos en un solo gran proyecto a largo plazo: el cambio radical del sistema de educación nacional hacia los nuevos paradigmas, que están precisamente enfocados a la generación de talento. Una educación personalizada y de calidad, menos costosa y para todos. Los países que apuesten decididamente por este camino serán los ganadores en la Sociedad del Conocimiento.
Soy consciente de lo difícil de que esta idea siquiera sea considerada, por lo atada que está la sociedad chilena al sistema que crearon entre todos a partir de los años 70, y en el cual hay un acuerdo mayoritario (una sociedad basada en los recursos naturales) y un desacuerdo mayoritario también (como se reparte la propiedad y los ingresos de esos recursos naturales)
Alfredo Barriga
PD: Recomiendo vivamente la lectura de dos libros: "21st Century Skills" (Bernie Trilling & Charles Fadel) y "Gettting Smart - How digital learning is changing the world" (Tom Vander Ark, ex Director para Educación de la Fundación Bill & Melinda Gates, ex supervisor de Colegios Públicos, CEO de Open Education Solutions y Presidente de la International Association for K12 Online Learning)