El Modelo ha sido mantenido y perfeccionado en estos 30 años. Especial énfasis se ha puesto en crear un entorno macroeconómico estable y favorable a las inversiones. Los rankings de Chile en esta materia nos ponen en el “primer mundo”. Y, sin embargo, en otros índices seguimos muy por debajo del lugar que hemos alcanzado en macroeconomía. Especialmente notables – porque salen una y otra vez en los reportes del Banco Mundial, del World Economic Forum o de la ONU, por mencionar los más conocidos y acreditados – son los casos de Educación, Innovación y uso de Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC).
Curiosamente, esas cuatro grandes magnitudes – régimen económico, educación, innovación y uso de TIC – son las que componen el “Índice de la Economía del Conocimiento” (Knowledge Economy Index) elaborado por el Banco Mundial desde 1995. Éste índice, según definición del mismo Banco Mundial, es un indicador económico que mide si el entorno es conducente a que el conocimiento pueda ser usado eficientemente para el desarrollo económico. Es un índice agregado que representa el nivel de desarrollo de un país o región hacia una economía del conocimiento. Está calculado sobre la base del rendimiento en cuatro pilares relacionados con la economía del conocimiento:
· Un régimen económico institucional que entrega incentivos para el uso eficiente de conocimiento existente y para el florecimiento del emprendimiento (“Economic Incentive Regime”)
· Una población educada y capacitada para crear, compartir y utilizar correctamente el conocimiento
· Un ecosistema de innovación en el que participan empresas privadas, centros de investigación, Universidades, consultores y otras organizaciones para aprovechar el creciente stock de conocimiento, asimilarlo y adaptarlo a la realidad y necesidades locales, y generar nueva tecnología
· Tecnologías de la Información y Comunicaciones para facilitar la efectividad en la creación, diseminación y procesamiento de la información
Tomando los últimos dos datos publicados del Banco Mundial
para una serie de países (los 11 mejor rankeados, Chile y los restantes 3
mejores rankeados de América Latina), se confirma lo que todos los demás
estudios vienen diciendo desde hace años: Chile es “top” en temas de régimen
económico institucional pero débil en el resto. De hecho, a pesar de que somos
el primero en América Latina, ya nos han pasado otros países en cada uno de los
índices distintos del de régimen económico: Uruguay y Argentina en educación,
Argentina en innovación, y Uruguay en uso de TIC. En cambio, en régimen
económico, hemos superado a países como Australia, Suiza o Japón.
He llamado al índice sobre régimen económico “capa Chicago”,
y a los restantes “capa Knowledge” o del conocimiento. La siguiente tabla
ilustra lo que comento:
Decía Peter Drucker que el momento más peligroso para una
empresa es cuando le está yendo muy bien con su modelo de negocios, ya que es
en esos momentos cuando no se perciben los nuevos modelos que reemplazarán a
los incumbentes, y queda mal preparada para cuando, inevitablemente, tenga que
adoptar los nuevos paradigmas. Un buen ejemplo de cómo hay que hacerlo es IBM, otrora el mayor
fabricante de computadores del mundo, que estuvo a punto de irse a pique. Fue la
llegada de alguien externo a la industria, Lou Gestner, lo que sacó a IBM de su
aprieto, transformándola en una empresa de conocimiento, que genera sus
ingresos fundamentalmente de su principal know-how: como cambiar paradigmas de
grandes organizaciones y gobiernos usando Tecnologías de la Información. Hoy,
20 años después de estar al borde de la quiebra, es la tercera empresa por valorización
de mercado de Estados Unidos. Pero, no hay que esperar a estar a punto de irse a pique para reaccionar.
Pienso que el mismo concepto es aplicable a los países. En
Chile llevamos 30 años afinando el régimen económico, y figurando como uno de
los países más admirados del mundo bajo estos parámetros. Sin embargo el mundo va hacia la Economía del Conocimiento.
Es allí donde se van a crear más puestos de trabajo y riqueza. Y para ello
es necesario estar igualmente brillantes en educación, innovación y TIC que
en "régimen económico".
Tal vez se piensa, erróneamente, que si se mejora en el ranking de "régimen
económico", el mercado se encargará de mejorar los restantes pilares de la
economía del conocimiento. Nada más lejos de la realidad: no hay ninguna
correlación entre ambos. Avanzar en la economía del conocimiento supone avanzar
en "régimen económico" y en educación,
innovación y TIC. Cada una por su cuenta. Si Chile tuviera en educación,
innovación y TIC el mismo puntaje que en “régimen económico”, estaría en el
puesto 17 del Ranking KEI. Definitivamente, entre los países ganadores. ¿Y qué
ganaría estando ahí? Una economía más dinámica, que ha estado creciendo y se
prevé seguirá creciendo a dos dígitos anualmente; mejores puestos de trabajo,
mejor remunerados; acceso a más bienes y servicios que los que actualmente
tiene acceso nuestra población.
No hay nada en contra de ser un país esencialmente productor
de commodities salvo en un aspecto: no van a ser los commodities los que van a
generar mayor trabajo en el mundo en el futuro cercano – ni hablar del lejano. Y
no van a estar los mejores sueldos alrededor de los commodities. Más bien
parece que va a ser al revés, ya que al automatizarse mediante tecnologías los
trabajos de esas industrias para mejorar su productividad, van a ser
destructores de puestos de trabajo. Hoy una mina de cobre se maneja con mucha
más tecnología y menos personal por tonelada de cobre extraída que hace 30 años,
y no parece que esa tendencia se detenga. Por el contrario, la economía en
Internet está creando 2,6 empleos por cada uno que destruye – y los va a seguir
destruyendo: tratar de evitarlo es ponerle puertas al campo – está creciendo a
dos dígitos año tras año desde que comenzó, está creando las empresas de mayor
valor de mercado del mundo – tomados por años desde su fundación – y está generando
mejoras continuas en productividad de las personas. Son las personas, y el
conocimiento que sean capaces de crear, lo que en definitiva va a definir las
economías ganadoras y las perdedoras en el largo plazo. Entonces, ¿Dónde queremos estar? ¿Dónde se destruyen trabajos o donde se crean?
En el caso de Chile se da además un agravante: nuestra
principal fuente de riqueza es un recurso natural no renovable. Qatar vive del
petróleo desde tiempos tan inmemoriales como Chile del cobre. Sin embargo, a pesar de
estar nadando en dinero, está apostando fuerte por la economía del
conocimiento, poniendo mucho énfasis especialmente en la educación.
Aumentar los royalties a la extracción de recursos naturales
no renovables o renacionalizar los recursos naturales es una estupidez que no
resuelve el problema de fondo. Lo que está en juego es saber qué tipo de sociedad vamos a ser en 50
años más. Qué heredarán nuestros nietos. Y, a la vista de los datos duros, si solo vamos a extrapolar el Chile actual a 50 años más - considerando lo que está sucediendo en el mundo en educación, innovación y TIC- lo
tenemos complicado. El mercado no se va a reinventar, (cuando se acaben nuestros
recursos) con la suficiente rapidez como para absorber la mano de obra que
quedará fuera del sistema. Seguimos pensando que el cobre es eterno, o por último, que su término
está tan lejano que no es tema para hoy. ¡Que se ocupen los que se enfrenten al
problema!
El caso es que con ese discurso nos estamos privando como Sociedad
de un mejor país para todos. Estamos renunciando a mejores puestos de trabajo, a
una economía más diversificada y fuerte, a un ingreso mejor repartido, y a una
base económica sustentable en el tiempo, porque el conocimiento no se agota:
siempre crece y mejora con cada nueva generación de personas.
Por cierto: en Internet sí que funcionan los principios de los Chicago Boys, lo cual no ocurre en el "mundo tangible". Hay libertad de acceso e información, barreras de entrada y salida bajas, simetría en información, escasa regulación del Estado... y en 20 años ha generado la mayor revolución de la historia. Social, económica y política.
No me gustaría vivir en el Chile de hoy extrapolado a 50
años. Afortunadamente, no me tocará. Pero no quisiera dejarle ese Chile a mis
niet@s.Por cierto: en Internet sí que funcionan los principios de los Chicago Boys, lo cual no ocurre en el "mundo tangible". Hay libertad de acceso e información, barreras de entrada y salida bajas, simetría en información, escasa regulación del Estado... y en 20 años ha generado la mayor revolución de la historia. Social, económica y política.
Alfredo Barriga